Política sin políticos

En varias ocasiones he escrito sobre la pobreza de nuestros políticos a la hora de trabajar para sus electores y su "viveza" para vivir pegados a la teta del Estado de forma cuasivitalicia.
Ahora encuentro este comentario en el Blog "La escotilla de J.A. Zarzalejos" con el que estoy totalmente de acuerdo.

ooooooOoooooo

Ya decía Groucho Marx que “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Y es que desde hace unos años, asistimos atónitos a un panorama político en el que se echan de menos altas dosis de responsabilidad y cordura. ¿Quién diría que Groucho no acertó con su definición...?

La clase política española parece haber olvidado que lo mejor que puede pasar en democracia es que los ciudadanos solamente se acuerden de sus representantes cuando tienen que acudir a las urnas. Pero hace tiempo que esto no es así, y muestra de ello es el hecho de que los políticos se hayan convertido en protagonistas permanentes de los medios de comunicación. Parecen no ser conscientes del cansancio de la gente, del hartazgo que provocan sus peleas de gallos, y de la tremenda falta de responsabilidad con la desempeñan, unos y otros, sus funciones. Ahora prima defender los intereses del Partido (con mayúscula) antes que los de todos los españoles; no compensa adoptar una postura firme y responsable en materia de inmigración, política territorial, gestión de recursos naturales o educación mientras que aquélla provoque el más mínimo desgaste político.

Pero después de todo, quizá la culpa sea nuestra. Señalaba Antonio Garrigues en las páginas del diario ABC que “Tenemos, en efecto, una sociedad civil pobre. Está poco desarrollada, y la que existe, no está bien estructurada ni bien financiada, con lo cual su capacidad de acción y de influencia es verdaderamente escasa”. Revitalizar la sociedad civil española resulta, ahora más que nunca, necesario para que sea ésta la que lidere los cambios a los que se enfrenta España en este siglo XXI. Pero para ello, es indispensable la colaboración de los medios de comunicación. A través de ellos deben canalizarse las aportaciones civiles al debate político y social, aportaciones procedentes de núcleos de opinión independientes integrados por ciudadanos que se niegan a participar en la vida social bajo una estricta militancia.

Confiemos en que la reactivación de la sociedad civil sea posible, y que Enrique Jardiel se equivocara cuando decía que “El que no se atreve a ser inteligente, se hace político”.